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Marruecos y las ciudades imperiales

El poder de atracción de Marruecos es inmenso: desde la arquitectura de sus ciudades imperiales, las excursiones por el Atlas, sus oasis, palmerales, y las puertas del Sáhara, constituyen el gran atractivo de este país vecino a la vez que un destino económico y rico en cultura.

Sus ciudades imperiales, Marrakech, Fez, Rabat –su capital- y Meknés, merecen por sí solas un viaje, donde compañías aéreas como Royal Air Maroc ofrecen vuelos directos desde España diariamente.

Marruecos y las ciudades imperiales

Marrakech es la ciudad por la que almorávides, almohades y sardianos han dejado sus huellas: desde sus murallas, jardines o el minarete de la Koutoubia, a las medinas o zocos que constituyen junto al barrio judío el eje del turismo que se siente atraído por una cultura y arquitectura inigualables. Estancia obligada son sus riads, casas tradicionales reconvertidas en hoteles turísticos de lujo que albergan la más pura esencia marroquí.

Para quienes estén interesados en viajar a Marruecos, Marrakech no lo es todo; Fez -considerada la primera sede imperial- representa hoy día la capital artística e intelectual, y alberga la medina más importante de todo Marruecos: Fez el-Bali, donde cerca de dos mil callejuelas y doscientas mezquitas nos ubicarán en un mundo de ensueño, colores y aromas.

Meknés, aún siendo la ciudad peor conservada, alberga también joyas como la madraza Bouinaniyya, el mausoleo de Osmail I, o la puerta de Bab al-Manzur; pero es en la capital, Rabat, donde encontraremos joyas arquitectónicas en mejor estado de conservación, como la puerta de la kasba de los Oudaïa, rodeada por toda una muralla de cinco kilómetros de largo con cinco puertas de acceso.

Al margen de sus ciudades imperiales, Marruecos ofrece otros lugares de interés a visitar, desde Casablanca, Safi, Tánger, Essaouira o Volúbilis, entre otras. Sin embargo, son las excursiones por el Atlas uno de los principales atractivos y más de moda a la hora de contemplar la belleza de los paisajes marroquíes: desde el Alto Atlas, que culmina a más de 4000 metros donde disfrutar del placer de sus cumbres nevadas y las estaciones de esquí, o de los valles de tradición bereber, palmerales, desfiladeros y acantilados; al Atlas Medio, donde destacan sus ríos, estaciones de montaña como Ifrane o Midelt, a sus bosques de robles y cedros; hasta llegar al Anti-Atlas, donde se suceden los pueblos fortificados de construcciones en adobe y donde encontraremos las primeras dunas del Sáhara.

Pero la oferta turística de Marruecos son también sus costas, donde es posible disfrutarlas durante casi todo el año: desde la extensa playa de Agadir, a las de Essoaouira o la denominada Playa Blanca que recorre una franja de costa de 50 km desde Agadir hasta Dakhla. Las costas del Sáhara occidental o la mediterránea, constituyen una alternativa más cálida que las aguas del Atlántico.

Marruecos merece sin duda una visita: con una oferta turística contrastada, diversa y amplia, sus ciudades constituyen todas ellas un imprescindible a visitar y conocer, un país tan completo como sorprendente.

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El vibrante Marrakech

Marrakech es sin duda la ciudad más exótica de Marruecos. Su ubicación privilegiada entre  el Atlas, el Sahara y el Atlántico, las múltiples tonalidades de color rojo que impregnan toda la ciudad, la fuerza embriagadora de los olores de las cientos de especias que recorren en todos sus rincones, las laberínticas calles de la medina y  los  bereberes y malabaristas que habitan en ella… la convierten en un paraje casi de leyenda.   A pesar de que Marrakech es caótica y  vibrante,  hay que visitarla sin prisas para poder saborear ese viaje a través del tiempo al que nos invita esta ciudad.

Vibrante Marrakech

La capital de Marruecos tiene dos caras completamente opuestas y muy distintas. Por un lado, está la zona antigua de la ciudad, sin duda,  la más exótica e interesante. Por el otro, la Marrakech moderna  con avenidas rectas y amplias de estilo occidental. Si busca vida nocturna intensa  junto con restaurantes y cafés de diseño este es el lugar indicado,  aunque no es aquí donde encontrará la esencia de esta urbe. El verdadero encanto está en la zona antigua.

Los monumentos no son el punto fuerte de Marrakech pero hay algunas excepciones como  la Koubba Ba´adiyn,  la madraza Alí Ben Youssef, cuyo patio central  es realmente maravilloso, y las tumbas Saadies, tumbas reales de los siglos XVI y XVII, son un remanso de paz dentro del enjambre de la medina. Aunque la actividad principal y obligatoria en esta ciudad es pasear todo lo que se pueda.

El  epicentro vital de esta ciudad es la plaza “Djemaa el Fna“. Para verla en todo su esplendor, hay que ir al atardecer,  sentarse en alguna de sus terrazas y  observar como va cambiado el ambiente al caer la tarde, cuando se instalan los puestos callejeros de comida, los encantadores de serpientes,  los echadores de cartas, los cuenta cuentos,  y todo un elenco de personajes curiosos.

Al norte de la plaza está  la Medina , otro lugar ineludible. Está compuesta por  estrechas y sinuosas callejuelas dentro de la ciudad amurallada y medieval.  Hay tiendas y puestos ambulantes  donde se puede comparar  artesanía, ropa, comida, especias y productos autóctonos. Es el máximo exponente del caos,  con un ruido incesante y un fuerte olor  aespecias. Dentro de la medina,  hay que visitar las curtidurías. Aquí se puede ver como los curtidores trabajan la piel de antes de que ésta se convierta en bolsos de cuero o babuchas. El olor es bastante desagradable pero lo podrá paliar con un manojo de menta fresca. La mejor hora para ir a comprar es a primera hora de la mañana, por la tarde se masifica con los habitantes locales.  Si que necesite un poco de tranquilidad tras el bullicio de la medina, puede relajarse en los numerosos jardines privados y públicos que rodean la ciudad.

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