Copenhague, el diamante de la corona danesa

Copenhague es una de las capitales bálticas con más encanto. Su extraordinario colorido junto con su red de canales, les dan un aire de cuento. No se deje engañar, tras la majestuosidad de sus edificios históricos y esa aura de fantasía hay una ciudad vibrante y cosmopolita, que se ha convertido en uno de los principales centros de la moda, el diseño y la cultura más vanguardista de Europa. Precisamente, esta conveniencia armónica entre lo de antes y lo de ahora es lo que la hace tan singular.

Copenhague, capital de Dinamarca

Una de las ventajas de la capital danesa son sus dimensiones, es asequibles en pocos días, aunque no le faltan rincones con encanto para visitar. Cuando la ciudad está completamente nevada es una estampa idílica, pero con la llegada de la primavera, está se convierte en un destino más agradecido, la oscuridad y el frío van abandonando la ciudad y todo florece, y Copenhague se vuelve más alegre y dinámica.

Navegar por sus canales es una de las maneras conocer las principales atracciones de la ciudad, muy recomendable. Aunque habría que recurrir a la bicicleta como medio de transporte si queremos adecuarnos al más puro estilo danés. No hay nada que temer, hay carriles especiales para ciclistas por toda la ciudad. Además, el alquiler de bicicletas es gratuito. Sólo hay que pagar 20 coronas al cogerla, que le serán devueltas cuando la deje.

En la entrada del puerto de la ciudad está la famoso y diminuta estatua de la Sirenita,  y emblema de Copenhague. Otro de los lugares de visita obligatoria es la zona portuaria de Nyhavn, donde verá la parte más pintoresca de esta urbe que le remitirá a las imágenes propias de las postales.

Conocer el Palacio de Rosenborg, y el Palacio Real Amalienborg , pasear por los Jardines Tívoli y tomarse un café en la Ópera de Copenhague, y ver este increíble edificio de Henning Larsen, son pardas que no debería pasar por alto en un recorrido por Copenhague. Pero para conocer algo realmente distinto, hay que ir hasta Christiania. Es un barrio con reminiscencias hippies, parcialmente autogobernado donde viven alrededor de mil personas. Es un área sumamente seductor donde los coches están prohibidos. Allí podrá encontrar mercadillos artesanales, tiendas y pequeñas fábricas comunales, espacios verdes, cafés o lugareños practicando yoga y meditación.

Tanto si quiere comprar como si no hay que pasear por la peatonal Strøget, arteria comercial de la ciudad, y donde se mueve gran parte de la vida danesa. Las marcas más exclusivas están justo aquí. Aunque el paseo por esta zona está justificado en sí mismo, porque hay varias plazas interesantes y en las calles circundantes hay muchos cafés y bares para disfrutar de un momento de relax… un último consejo: déjese seducir por la gastronomía danesa, seguro que le sorprenderá.

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