Blog de Viajes

La India es un país fascinante, exótico, y complejo. Respire hondo y mentalícese que sus costumbres  y  su ritmo de vida son distintos y hay que ir acostumbrándose.  Lo primero que debe aprender y no olvidar, a lo largo de su estancia,  es que el regateo y la negociación serán  sus mejores aliados.

Entre los preparativos preliminares no olvide hacerse el visado, se necesitan tres fotos y el pasaporte con una validez mínima de un año. Se tramita en la embajada de Madrid (más información www.indiavisados.com),  así que si no reside  en la capital, hágalo con tiempo, porque no es un trámite inmediato. También debe tener en cuenta que la estructura sanitaria es precaria, es muy recomendable un seguro médico y un botiquín bien provisto.  Al hacerse la maleta,  recuerde llevar ropa cómoda y ligera. Tenga en cuenta que en la mayoría de los templos hay que entrar con ropa “adecuada”.

La mejor época para viajar a la India es en invierno, ya que no llueve y las temperaturas son más agradables. Desde junio hasta octubre es la época de los monzones y las intensas lluvias pueden estropearte el viaje, además el calor es  insoportable.

Cuando aterrice en  la India,  si debe coger un taxi no diga que es su primer viaje a este país, pues los taxistas, por lo general, intentarán timarlos con cualquier excusa,  así que preséntense como  un verdadero experto de la zona. Antes de montar en un rickshaw  negocie el precio con el conductor, así se evitará pagar un precio más elevado y tener que discutir con el conductor. La mejor manera de conocer la India es alquilando un coche con chófer, el precio es razonable y vale mucho la pena.

En cuanto al dinero, la moneda nacional son las rupias. Se puede cambiar dinero en todos los aeropuertos y hoteles,  y están encantados de comprar euros, así que no hace falta ir provisto de dólares.  Si viaja a zonas rurales recuerde cambiar antes porque allí no podrá hacerlo.

Durante sus primeros días en India no abuse de las comidas demasiado picantes, deje que su estomago se vaya acostumbrando poco a poco. En los hoteles podrá elegir entre platos nacionales e internacionales. Fuera de éstos, sólo encontrará comida india, no apta para estómagos sensibles. Tenga en cuenta es que en India las vacas son sagradas, por lo que no consumen carne de res.  El té es delicioso. No lo tome en chiringuitos de carretera en los que las condiciones higiénicas brillan por su ausencia.

Por último,  no olvide de beber sólo agua embotellada, regatear en cualquier compra,  sepa que todos los precios están inflados,  practicar el inglés, lo van entender sin problemas y sobre todo, no deje de disfrutar de la magia de este país ni un instante.

Aunque el arroz, la mandioca y los frijoles son los ingredientes fundamentales de la cocina brasileña,  su tradición culinaria va mucho más allá. Es una cocina rica, con una destacada combinación de ingredientes y sabores,  a raíz de  las influencias culinarias recibidas de los portugueses, alemanes, italianos, hispanoamericanos, y africano, con la gastronomía autóctona de los indígenas nativos.

Una de las características de esta cocina es su marcada regionalidad debido a las grandes dimensiones del país. Cada zona tiene su peculiar gastronomía, marcada por el clima y las peculiaridades geográficas del lugar. La cocina del centro de Brasil se basa en productos tales como: el  cerdo,  el pescado,  los porotos de soja,  la mandioca  y  el arroz. En la zona norte de Brasil predomina la cocina del Amazonas, de origen indígena,  y  una de las más originales e interesantes del país. En el nordeste abundan las frutas tropicales y los productos de mar. Los sureños tienen como elemento esencial de su dieta la carne, por la influencia de los gauchos. Los ingredientes principales del sudeste son las carnes, los granos y  los vegetales.  Aunque sí tenemos que señalar un plato como el más popular de Brasil es, sin duda,  la feijoada,  un guiso de frijoles negros combinados con carnes ahumadas o saladas que se suele servir acompañado con arroz blanco, verduras y rodajas de naranja.

Si hacemos un  itinerario iniciático por los platos más populares de la cocina Brasileña hay que  señalar la  Tacacá no tucupi. Es una sopa que consiste en mezclar goma con el polvillo de la mandioca, a la que se le añade una salsa llamada tucupi, gambas secas y jambu , una verdura muy parecida a los berros, que tiene la curiosa propiedad de dejar la lengua como anestesiada. Es uno de los platos más destacados de la zona norte de Brasil, y vale la pena probarlo.

Siguiendo nuestro recorrido no podemos olvidarnos del  arroz con sua, ni del pato no tucupi , elaborado con una salsa con mandioca silvestre y  sazonado con jambu;  ni del Xinxim de galinha un plato de influencia africana que consiste en pollo rehogado en el que se añaden cacahuetes, gambas, anacardos y leche de coco. También hay que degustar  Vatapá, una salsa espesa elaborada a base de pasta de yuca, tomate, coco y aceite de palma, y probar  algún pescado y alguna plato de carne, ambos son una parte esencial de la cultura culinaria de este país.

En cuanto al postre la fruta es la estrella. Además de mango, plátanos, guayabas, chirimoya, papayas y  maracuyás se pueden probar frutas más exóticas  como acajúes, carambolas y pitangas.  La caipiriña y el café son las bebidas nacionales, y la guinda perfecta para cerrar una buena comida brasileña.

Aquellos que piensan que las islas no son más que playas no conocen Isla Margarita. Aunque las aguas turquesas y la arena blanca son su principal reclamo, hay mucho más por descubrir: fuertes y fortines milenarios,  parques nacionales de gran riqueza natural  y tradiciones ancestrales…  Margarita es una de las joyas más valiosas de Venezuela y del mar Caribe. Preside el estado de Nueva Esparta junto con la isla de Coche y Cubagua, con más de 50 playas y calas a lo largo de 167 kilómetros de costa.

Si a la belleza de sus exóticas playas le sumamos su clima tropical, con escasas lluvias y muchas horas de sol a lo largo de todo año,  tenemos un verdadero tesoro. Aunque su capital es la colonial Asunción lo más práctico es instalarse en  Porlamar, donde  está el centro vital de la isla para los foráneos. Además de disfrutar de las actividades acuáticas como surf, buceo, natación, snorkel,  esquí acuático, kayak o paseos en velero, es muy recomendable  alquilar un coche  o una moto para recorrerla. La red de carreteras es buena, con una amplia autopista que conecta las dos partes de la isla.

Para iniciarnos en este lugar empezaremos conociendo sus playas. Las más famosas son El Agua y El Parguito;  aunque parecen aguas transparentes y mansas,  son engañosas… vaya con cuidado con las corrientes, y vigile con su aparente falta de profundidad. Si quiere practicar surf,  Parguito es  el lugar idóneo. Para los buceadores  les sugerimos el  islote de Los Frailes, un lugar excelente para conocer el mundo submarino, vaya acompañado por alguien que conozca bien la zona, las corrientes son intensas y no deja de entrañar cierto riesgo ir por libre. La Playa Guacuco  junto con El Tirano y Cardón son playas menos concurridas, pero con mucho encanto.

El norte de Margarita es una zona menos poblada y más tranquila, donde abundan las calas pequeñas  pobladas por pescadores. No olvide degustar el pescado local y ver una puesta de sol  en Juan Griego y conocer algunos de los fuertes y castillo de la zona.  Aquí destacan las playas de Manzanillo,  Pedro González y  la Playa Caribe. En el sur hay que bañarse en  la Playa La Caracola, cerca Porlamar, desde donde se pueden ver amaneceres de cine.

Además de  sol y playa, Margarita tienes  atractivos naturales de mucho interés,  como la Laguna de la Restinga y su Parque Nacional donde se hay una gran variedad de aves acuáticas, es uno de los pocos sitios donde habita la Garza de plumaje rojo,  este lugar enloquecerá a los los  avistadores de aves.  También hay que señalar el Parque Nacional Cerro el Copey, aquí está el  Cerro Grande,  el punto más elevado de la isla y su mejor visión panorámica. Si usted es un entusiasta de la naturaleza no deje de visitar también  el Cerro de Guayamuri, las Tetas de María Guevar y el Cerro de Matasiete. Piérdase en la isla y disfrute a su ritmo de lo que más le apetezca. Margarita promete…

Copenhague es una de las capitales bálticas con más encanto. Su extraordinario colorido junto con su red de canales, les dan un aire de cuento. No se deje engañar, tras la majestuosidad de sus edificios históricos y esa aura de fantasía hay una ciudad vibrante y cosmopolita, que se ha convertido en uno de los principales centros de la moda, el diseño y la cultura más vanguardista de Europa. Precisamente, esta conveniencia armónica entre lo de antes y lo de ahora es lo que la hace tan singular.

Una de las ventajas de la capital danesa son sus dimensiones, es asequibles en pocos días, aunque no le faltan rincones con encanto para visitar. Cuando la ciudad está completamente nevada es una estampa idílica, pero con la llegada de la primavera, está se convierte en un destino más agradecido, la oscuridad y el frío van abandonando la ciudad y todo florece, y Copenhague se vuelve más alegre y dinámica.

Navegar por sus canales es una de las maneras conocer las principales atracciones de la ciudad, muy recomendable. Aunque habría que recurrir a la bicicleta como medio de transporte si queremos adecuarnos al más puro estilo danés. No hay nada que temer, hay carriles especiales para ciclistas por toda la ciudad. Además, el alquiler de bicicletas es gratuito. Sólo hay que pagar 20 coronas al cogerla, que le serán devueltas cuando la deje.

En la entrada del puerto de la ciudad está la famoso y diminuta estatua de la Sirenita,  y emblema de Copenhague. Otro de los lugares de visita obligatoria es la zona portuaria de Nyhavn, donde verá la parte más pintoresca de esta urbe que le remitirá a las imágenes propias de las postales.

Conocer el Palacio de Rosenborg, y el Palacio Real Amalienborg , pasear por los Jardines Tívoli y tomarse un café en la Ópera de Copenhague, y ver este increíble edificio de Henning Larsen, son pardas que no debería pasar por alto en un recorrido por Copenhague. Pero para conocer algo realmente distinto, hay que ir hasta Christiania. Es un barrio con reminiscencias hippies, parcialmente autogobernado donde viven alrededor de mil personas. Es un área sumamente seductor donde los coches están prohibidos. Allí podrá encontrar mercadillos artesanales, tiendas y pequeñas fábricas comunales, espacios verdes, cafés o lugareños practicando yoga y meditación.

Tanto si quiere comprar como si no hay que pasear por la peatonal Strøget, arteria comercial de la ciudad, y donde se mueve gran parte de la vida danesa. Las marcas más exclusivas están justo aquí. Aunque el paseo por esta zona está justificado en sí mismo, porque hay varias plazas interesantes y en las calles circundantes hay muchos cafés y bares para disfrutar de un momento de relax… un último consejo: déjese seducir por la gastronomía danesa, seguro que le sorprenderá.